Cada minuto se hace eterno, parece nunca terminar, aún arde, quema en el interior la soledad.
Ahí está otra vez, te puedo escuchar, la voz interior que relata cada palabra para mantenerme desconectada de la realidad.
Aún así no quiero ser encontrada, no hay lugar donde esconderse, no tengo adonde ir, ni a quién acudir más que a ti, reconozco mi voz: ¿Acaso no era eso lo que querías? ¿No estás contenta?
Me gusta vivir entre sombras y cristales rotos, cenizas que me desangran y marchitan mi piel. Las llagas reaparecen, preciosas cicatrices que me recuerdan lo que soy, abrazo el abismo.
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