Así es como transcurre otra noche de insomnio, velada por su falsa sonrisa…
Trata de ocultar una realidad oscura, ambigua y llena de heridas. Marcas que dejarán cicatrices pero que ahora están infestadas de lombrices. Ella disfruta el acto que ve ante sus ojos y profundiza en la llaga abriendo su piel para así comprender lo que hay detrás de su miseria.
Una vez desgarrado su cuerpo, descubre que no hay nada más que sangre y huesos. Venas cargadas de sufrimiento ruegan por piedad, entonces ella se detiene por un momento a pensar en su suplicio de locura.
Logra vislumbrar imágenes difusas en su mente. La causa de su muerte lenta y tortuosa es producto de un profundo delirio, una psicosis que la hace padecer. Ella pierde la razón y sus actos ya no tienen sentido alguno para los ojos cuerdos.
María de los Ángeles Rubio
08/06/12
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